El paisaje es un fenómeno tardío de la civilización y más
tardío aún para la filosofía. Es uno de los más tardíos logros del refinamiento
de las culturas humanas. Los animales habitan el paisaje y lo van alterando de
alguna manera y en alguna medida, pero son incapaces de percibir el espacio
físico y geográfico del paisaje como algo bello, estético y hermoso. El mismo
ser humano tardó mucho en descubrirlo siendo que su vida giraba en torno a éste
al realizar diversas actividades sobre él, al vivir en él.
Desde las pinturas rupestres hasta casi el romanticismo, la
naturaleza aparecía muy pocas veces en las obras pictóricas como paisaje.
El Arte chino fue posiblemente el primero en tratar
específicamente, o descubrir el paisaje: a partir del siglo V lo trabajaron
como tema pictórico. Esto fue posiblemente debido a la introducción del budismo
y su visión estética de la naturaleza, lo que fue muy favorable para la
aparición de este tratamiento artístico. También es el paisaje un aspecto
central del Arte del Japón. El arte europeo no comienza a considerar el paisaje
hasta el Renacimiento. Desde el siglo XVI se va convirtiendo cada vez más en
objeto de interés por sí mismo y no como fondo de una composición religiosa o
de un retrato. Con la pintura de paisaje holandesa del siglo XVII (Jacob van
Ruysdael) puede considerarse que se ha convertido en un género pictórico.3 El
siglo XIX será el de mayor impulso al género, sobre todo con la Escuela de
Barbizon y el plenairismo (los pintores pintan al aire libre y no en sus
gabinetes). Con ocasión de este nuevo interés por la plasmación del instante
fugaz en plena naturaleza, se impulsa el uso de técnicas como la acuarela, que
exige la mayor rapidez en la ejecución, aunque también se da un tratamiento muy
intelectualizado, como el del impresionismo, que se basa en el estudio de la
luz y sus variaciones, llegando al extremo del puntillismo.
Es curioso que en ciertos momentos cronológicamente
diferentes de oriente a occidente, la geografía y naturaleza dejaron de ser
objeto de temor, espacio simbólico de los poderes míticos o de los espíritus de
la región, espacio del amar y el engendrar, pero también del parir con dolor,
espacio de trabajo que con el sudor de la frente le arranca unos magros frutos
a esa tierra que hay que temer y al mismo tiempo respetar ya que de ella
vivimos y en ella morimos y terminó siendo también objeto estético, de belleza
en las obras artísticas.
Para comprender el paisaje es necesario tomar en cuenta dos
elementos personajes: el espectador y el paseante o viajero. No existe una
estética en el paisaje hasta que ésta sea otorgada por el ser humano, el
artista es quien la identifica y la reproduce. El responsable de la creación de
un paisaje es el viajero, aquel sujeto que recorre las tierras, encontrándose
con los espacios geográficos y se propone hacer una compilación de sucesos, de
temas, de objetos, de elementos, dentro de un solo cuadro. El espectador sería
aquel que es el beneficiario de los resultados, es aquel que disfruta una obra
llena de Naturaleza donde el hombre y su necesidad de presencia ha sido
borrado.



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